Un inodoro ecológico que utiliza hongos para transformar los desechos humanos en compost se presenta como una innovación pionera en Canadá. Bautizado MycoToilet, fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Columbia Británica (UBC) y actualmente se encuentra instalado en el Jardín Botánico de la institución, en Vancouver.
El sistema, que no requiere agua ni productos químicos, busca replantear la gestión de residuos en espacios públicos y comunidades remotas, convirtiendo una necesidad cotidiana en una experiencia sostenible y respetuosa con el medioambiente.
Diseño y funcionamiento
De estilo modular y contemporáneo, el MycoToilet está diseñado para integrarse en parques, zonas sin acceso a redes de saneamiento y entornos urbanos que apuestan por alternativas verdes. Su tecnología se basa en el micelio, la red de raíces de los hongos, que descompone los residuos sólidos y los convierte en compost rico en nutrientes. El mecanismo separa líquidos y sólidos: estos últimos se almacenan en compartimentos revestidos con micelio, donde los hongos neutralizan los olores y aceleran la descomposición.
La estructura está construida con paneles prefabricados de madera, una fachada de cedro tratada contra la humedad y las bacterias, un techo verde que favorece la biodiversidad y un ventilador de bajo consumo que asegura la ventilación continua.
Ventajas ambientales
El funcionamiento del MycoToilet se apoya en la eficacia de los hongos para degradar biomasa. “Los hongos son muy eficaces descomponiendo biomasa, incluidos los residuos humanos y animales. Producen enzimas que transforman el material en compuestos más simples y fomentan comunidades microbianas que aceleran la descomposición”, explicó Steven Hallam, profesor de microbiología e inmunología de la UBC.
Al no requerir agua, electricidad ni aditivos químicos, el sistema ofrece una alternativa sostenible frente a los inodoros de compostaje convencionales, que suelen enfrentar problemas de olores e higiene. Las pruebas de laboratorio de la UBC muestran que los revestimientos de micelio eliminan más del 90% de los compuestos responsables del mal olor, lo que representa un avance significativo en este tipo de tecnologías.
Entre sus ventajas operativas y ambientales, el sistema solo requiere cuatro visitas de mantenimiento al año y es totalmente accesible para personas en silla de ruedas. “El sistema está diseñado para simplificar la operación y eliminar la incertidumbre que suele desanimar a los municipios a instalar inodoros de compostaje. El calendario de mantenimiento está definido, la ventilación es parte integral del diseño y todo funciona como debe”, explicó Joseph Dahmen, profesor asociado de arquitectura y paisajismo y líder del proyecto.
Además de su bajo costo operativo, el MycoToilet genera cada año 600 litros de compost y 2.000 litros de fertilizante líquido, lo que convierte el mantenimiento en una fuente de recursos y reduce la dependencia de insumos químicos.
Aplicaciones y visión del proyecto
La Universidad de Columbia Británica (UBC) destaca que este inodoro ecológico puede instalarse en parques, municipios, comunidades remotas y regiones en desarrollo donde el acceso a sistemas de saneamiento convencionales es limitado. Su diseño prefabricado y autónomo facilita la instalación en lugares sin redes de agua o electricidad, adaptándose a distintas realidades.
Desde la perspectiva de sus creadores, el objetivo es transformar una rutina diaria en una experiencia vinculada con la naturaleza. “Queríamos convertir una práctica cotidiana en algo agradable, que nos recuerde nuestra conexión con los ciclos ecológicos”, señaló Dahmen.
El proyecto cuenta con el respaldo de varias facultades de la UBC y financiamiento público-privado, y será sometido a una prueba piloto de seis semanas con usuarios reales, destinada a optimizar la interacción entre los hongos y las comunidades microbianas.
Si los resultados cumplen las expectativas, la universidad planea consolidar al MycoToilet como una alternativa autosuficiente y asequible para la gestión de residuos, con aplicaciones tanto en entornos urbanos como rurales, contribuyendo a la sostenibilidad y a la mejora de la salud pública en distintas regiones del mundo.