Mantener la cocina ordenada no garantiza que los utensilios estén libres de riesgos. Cortar frutas, verduras o carne sobre una tabla de plástico puede parecer inofensivo, pero incluso cuando luce impecable, puede esconder problemas invisibles.
La biotecnóloga y divulgadora científica Lucía Almagro advierte que estas tablas acumulan dos amenazas principales: los surcos que se generan con cada corte, donde se alojan restos de comida y bacterias, y las diminutas partículas de plástico que se desprenden y terminan en los alimentos, y con ellos, en nuestro organismo.
Microplásticos en la comida
Bajo la lupa, Almagro demuestra cómo tras unos pocos cortes con un cuchillo de sierra ya se liberan fragmentos visibles de plástico. La ciencia, señala, es clara: la exposición constante a microplásticos puede provocar inflamación, daño celular e incluso alteraciones en el ADN.
Las tablas de madera, más resistentes y duraderas, presentan otro tipo de riesgo. Su facilidad para absorber humedad favorece la proliferación de bacterias y hongos si no se secan bien. Por eso no deben ir al lavavajillas: la forma correcta de mantenerlas es limpiarlas con un paño, desinfectarlas y dejarlas secar al aire.
Otras opciones para usar como tabla: mármol, cristal y granito
Estos materiales ofrecen superficies lisas y poco porosas que dificultan el crecimiento de bacterias y facilitan la limpieza. Sin embargo, no son perfectos: resbalan con facilidad, desafilan rápidamente los cuchillos y resultan pesados y poco prácticos para el uso cotidiano.
No existe la tabla ideal. Cada material tiene pros y contras, y lo esencial es usarlas de forma correcta y mantener una limpieza constante:
- En el caso del plástico, elegir tablas de calidad y reemplazarlas cuando los surcos sean imposibles de limpiar.
- En la madera, evitar la humedad y desinfectarlas siempre por fuera del lavavajillas.
- Con mármol o cristal, tener en cuenta que requieren mayor destreza por el riesgo de resbalones y el desgaste de los cuchillos.