Por qué es un error ecológico secar los vasos y platos boca abajo

Seguramente alguna vez secaste vasos y platos poniéndolos boca abajo sobre un trapo después de lavarlos. Aunque parezca un gesto cotidiano e inofensivo, este método puede resultar poco higiénico y ecológico; e incluso riesgoso.

Por qué es un error ecológico secar los vasos y platos boca abajo

Por qué no deberías secar la vajilla boca abajo

Lo habitual después de lavar es colocar un repasador en la mesada y apoyar allí los platos y vasos boca abajo para que escurran. Es una costumbre antigua, heredada de nuestras abuelas, y que aún se mantiene en muchas cocinas.

El problema es que, en ocasiones, esa vajilla queda horas apoyada sobre el trapo, acumulando humedad y ese típico olor a encierro. Muchas veces ni siquiera llega a guardarse: simplemente se vuelve a usar en la siguiente comida.

Sin embargo, colocar vasos, utensilios, ollas y platos boca abajo sobre un repasador puede ser un error importante desde el punto de vista de la higiene.

Cuando apoyás la vajilla boca abajo sobre un trapo, el aire no circula: la humedad queda atrapada dentro de los vasos y las bacterias comienzan a multiplicarse, especialmente si el repasador no está limpio.

Según un informe de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria, los repasadores y esponjas de cocina pueden convertirse en un verdadero reservorio de bacterias como Salmonella, E. coli y Campylobacter. En ambientes húmedos, estos microorganismos pueden sobrevivir hasta dos semanas.

Por el contrario, los escurridores están diseñados para permitir la circulación de aire y favorecer un secado adecuado. El objetivo es que el agua se evapore; por eso también podés colocar los vasos boca arriba para que se sequen correctamente.

Consejos de cocina: la forma correcta de secar vasos y platos

Lo más recomendable es secar la vajilla con un repasador limpio o dejarla escurrir en una rejilla con buena ventilación. Si preferís la primera opción, es fundamental mantener los repasadores correctamente higienizados. Deben lavarse y renovarse semanalmente.

Para una limpieza profunda, se puede hervir durante unos 20 minutos en agua con un poco de jabón blanco. Otra alternativa es remojarlos en una mezcla de agua y vinagre blanco de limpieza, o colocar media taza de vinagre en el tambor del lavarropas. Y, para una desinfección aún más intensa, se pueden sumergir en agua con algunas cucharadas de lavandina. Eso sí: nunca mezclar lavandina con otros productos que no sean agua y cuidar no usar cantidades excesivas para evitar desteñir los repasadores.

EconoSus: Equipo de redacción de Economía Sustentable. Brindamos información sobre empresas y gobiernos responsables en mejorar la calidad de vida y favorecer el desarrollo social sustentable.