Por qué crecen los ríos teñidos de naranja en el mundo

Durante mucho tiempo se creyó que el hielo actuaba como una barrera que protegía la química de los suelos polares. Hoy, las investigaciones revelan lo contrario: lejos de ser un bloque inerte, el hielo puede acelerar procesos químicos que liberan metales tóxicos y contaminan ríos en regiones frías.

Por qué crecen los ríos teñidos de naranja en el mundo

Un estudio de Umeå University, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, demostró que el hielo libera hierro y otros metales con mayor eficacia que el agua líquida, especialmente en escenarios donde el calentamiento global intensifica los ciclos de congelación y deshielo. Esta dinámica explica la turbidez y el color anaranjado que presentan varios ríos del Ártico y otras zonas frías, una señal que preocupa a la comunidad científica por su creciente expansión.

Un ejemplo claro es el río Salmon, en la cordillera Brooks (Alaska). Sus aguas, antes cristalinas y aptas tanto para consumo humano como para la fauna, hoy superan los niveles de toxicidad para la vida acuática fijados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

La química oculta del hielo

El equipo liderado por Jean-François Boily y Angelo Pio Sebaaly comprobó que el hielo no es químicamente neutro. Al congelarse, se forman microbolsillos de agua entre los cristales donde los compuestos se concentran y adquieren una acidez extrema, capaz de disolver minerales de hierro incluso a −30 °C.

Los experimentos se centraron en la interacción entre la goethita (un óxido de hierro común) y ácidos orgánicos presentes en la naturaleza. Descubrieron que los ciclos de congelamiento y deshielo liberan compuestos orgánicos atrapados, generando nuevas reacciones químicas. La salinidad también juega un papel clave: mientras el agua dulce y salobre favorecen la disolución, el agua marina la limita.

El avance del deshielo y la liberación de metales plantea desafíos ambientales que tienen una difícil solución

“Cada ciclo de congelación y deshielo libera hierro del suelo y el permafrost hacia el agua, con efectos a gran escala sobre la calidad de los ecosistemas acuáticos”, explica Sebaaly. Estos procesos se potencian en ambientes ácidos, como los suelos de sulfato ácido o el permafrost en descongelamiento.

Impactos ecológicos y sociales de los ríos teñidos de naranja

El fenómeno recuerda al drenaje ácido de minas, aunque en este caso ocurre de forma natural y a gran escala en regiones remotas. En el río Salmon, por ejemplo, la oxidación de minerales como la pirita genera ácido sulfúrico, que a su vez libera metales como hierro, cadmio y aluminio. El cadmio puede acumularse en los órganos de los peces y afectar a depredadores como osos y aves.

El exceso de hierro, además, enturbia el agua, bloquea la luz y asfixia a las larvas de insectos, alimento esencial para especies como el salmón. Aunque los metales aún no alcanzan niveles que representen un riesgo directo para el consumo humano, la degradación del hábitat pone en jaque la subsistencia de comunidades indígenas que dependen del salmón chum para su dieta y cultura.

Investigadores como David Cooper (Universidad Estatal de Colorado) y Paddy Sullivan (Universidad de Alaska) advierten que la transformación en la química del agua y en la morfología de los ríos avanza con rapidez, y que no se trata de un fenómeno aislado: puede repetirse en todo el Ártico donde coincidan suelos adecuados y permafrost en deshielo.

Por qué es un proceso irreversible

A diferencia de la contaminación minera, que puede mitigarse con obras de contención, en las cuencas remotas del Ártico es imposible controlar cientos de fuentes difusas. La única vía para revertir el proceso sería recuperar el permafrost, algo inviable en el contexto del calentamiento global.

Los estudios de Umeå University y las observaciones de campo coinciden: se trata de un proceso prácticamente irreversible. La intensificación de los ciclos de congelación y deshielo anticipa que el fenómeno seguirá expandiéndose, con impactos difíciles de calcular para ecosistemas y comunidades humanas.

La transformación de ríos antes prístinos en corrientes turbias y anaranjadas es una de las señales más visibles -y alarmantes- del cambio climático: un proceso que, una vez desatado, ya no tiene marcha atrás.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.