Cada vez más presentes en proyectos de paisajismo, las piletas biológicas -también llamadas naturales o ecológicas- están revolucionando la manera de refrescarse sin recurrir al cloro ni a los químicos.
El funcionamiento de estas nuevas piletas se basa en un sistema de filtrado natural que utiliza plantas acuáticas, gravas y microorganismos capaces de purificar el agua de manera orgánica. El resultado es un espejo de agua cristalina, saludable para la piel y en perfecta armonía con el entorno.
Lejos del concepto tradicional de pileta, estas piscinas funcionan como verdaderos ecosistemas. Se dividen en dos áreas: una de natación y otra de regeneración, donde las plantas y los sustratos actúan como filtros naturales. A través de lirios, juncos, totoras y microorganismos, el agua circula, se depura y mantiene su equilibrio biológico sin necesidad de químicos ni mantenimiento agresivo.
El diseño también juega un papel clave. Inspiradas en la naturaleza, estas piletas suelen tener formas suaves, bordes de piedra o madera y una integración total con el paisaje. Pueden adaptarse a distintos estilos -desde un jardín rústico hasta un entorno contemporáneo- y aportan una sensación de calma difícil de igualar.
Cuáles son los principales beneficios de estas piletas biológicas
Entre sus principales beneficios, destacan la pureza del agua, amable con la piel y el cabello; su aporte al bienestar físico y mental; la atracción de aves e insectos que enriquecen la biodiversidad; y su bajo consumo de agua y mantenimiento. Solo requieren podar las plantas dos veces al año, aspirar el fondo de forma periódica y realizar una limpieza profunda cada primavera.
Naturales, sustentables y estéticamente únicas, las piletas biológicas se consolidan como una tendencia que combina diseño, bienestar y conciencia ambiental.