La promesa incumplida del Riachuelo: qué cambió tras 30 años y qué falta para que deje de ser el río más contaminado

“En mil días vamos a poder tomar agua del Riachuelo”, prometía en 1993 María Julia Alsogaray, entonces secretaria de Recursos Naturales. Más de treinta años después, esa meta sigue distante, aunque en las últimas décadas se pusieron en marcha obras y planes que buscan devolverle al río su valor ambiental y social.

Luego de 30 años, el río Riachuelo aún sigue contaminado

El mayor desafío no está en lo visible. Hoy, el 80% de la contaminación proviene de efluentes cloacales; los desechos industriales, que durante años monopolizaron la imagen del Riachuelo, representan solo el 20%. El origen de este problema está en la histórica falta de infraestructura sanitaria, los pozos ciegos mal gestionados y los sistemas colapsados que descargan residuos directamente en el cauce, sobre todo en municipios del conurbano.

La obra más grande en 70 años

Para revertirlo, el Gobierno nacional anunció la finalización del Sistema Riachuelo, un megaproyecto que incluye un colector paralelo al río y una planta de tratamiento en el Río de la Plata. La infraestructura mejorará el servicio para 4,5 millones de personas y sumará 1,5 millones más a la red cloacal. La inauguración desató cruces políticos: Nación se adjudicó su finalización, mientras que funcionarios de la gestión anterior afirmaron que la obra ya estaba terminada y solo restaban detalles para ponerla en marcha.

Más allá de las disputas, el objetivo es claro: atacar la principal fuente de contaminación actual del Riachuelo.

Desde que en 2010 se puso en marcha el Plan Integral de Saneamiento Ambiental (PISA) de ACUMAR, la Ciudad retiró más de 5.000 toneladas de basura. En junio pasado, y a 16 años del fallo histórico que ordenó sanear la cuenca, la Corte Suprema cerró su supervisión sobre el cumplimiento del plan, aunque las tareas de limpieza continúan.

“El espejo de agua volvió a tener flora y fauna. Hoy un vecino puede acercarse al Riachuelo en Caminito o La Boca sin el olor nauseabundo de antes”, señaló Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana porteño.

El Riachuelo recorre nueve comunas porteñas y, en su paso por la Ciudad, bordea lugares icónicos como la Vuelta de Rocha, a metros de Caminito. Hace un año se recuperó parte de su navegabilidad: hoy es posible llegar desde Puerto Madero hasta La Boca en embarcación, algo impensado sin el saneamiento previo.

“En mil días vamos a poder tomar agua del Riachuelo”, prometía en 1993 María Julia Alsogaray, sin embargo, aún no se cumplió esa promesa

El reto, sin embargo, persiste. “Lamentablemente va a seguir… El problema no es lo que sacamos, sino que la gente siga tirando”, advirtió Baistrocchi.

Riachuelo: limpieza, tensiones y nuevas herramientas

La recuperación del Riachuelo sigue siendo una deuda histórica. En La Boca, el gobierno porteño asegura que mantiene reuniones frecuentes con los vecinos, donde el reclamo por mejorar la zona de Caminito y su entorno fluvial es constante. “Más allá del fallo que nos obligó a actuar, el pedido del Riachuelo era un reclamo que nos sostenía como gobierno”, señaló Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana.

Pero el trabajo diario enfrenta un obstáculo: la coordinación con la Provincia de Buenos Aires, que comparte el cauce del río con la Ciudad. “Lamentablemente, compartimos este cauce con la Provincia, donde no se realiza este trabajo tan ferviente”, sostuvo el funcionario.

La Ciudad asegura que refuerza la infraestructura con contenedores diferenciados, promueve campañas de educación ambiental y gestiona los residuos de su margen. Sin embargo, admite que no puede controlar lo que ocurre en la orilla provincial.

Más capacidad para limpiar

Hasta hace poco, la limpieza en la Vuelta de Rocha se realizaba con dos pequeños catamaranes que transportaban hasta 500 kilos de residuos por viaje, obligados a detenerse para descargarlos. Ahora, una nueva embarcación fabricada en Argentina -capaz de cargar 2.000 kilos sin parar- acelera el trabajo en una de las zonas más visibles del sur porteño.

El nuevo catamarán ya reemplazó a uno de los viejos, y hay planes para incorporar otro. “La primera ventaja es la eficiencia: usa menos combustible y nos permite clasificar más rápido la basura que va al CEAMSE y la que se recicla”, explicó Baistrocchi.

La magnitud del esfuerzo es considerable: cada mes se retiran entre 60 y 120 toneladas de residuos del Riachuelo. Según el Gobierno porteño, la mejora no implicó un costo extra, ya que se realizó dentro de la licitación vigente optimizando recursos.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.