El hallazgo de un pulpo cubierto de verrugas a 1.603 metros de profundidad en el Atlántico Sur se convirtió en uno de los momentos más llamativos de la expedición Uruguay Sub 200, que transmitió en vivo imágenes inéditas del fondo marino uruguayo.
Hallaron un pulpo en la expedición uruguaya
El descubrimiento, realizado gracias al buque Falkor (too) y al robot submarino SuBastian, no solo atrajo la atención de la comunidad científica, sino que también despertó un gran interés en redes sociales. La transmisión en ultra alta definición permitió a audiencias de todo el mundo observar en tiempo real especies poco conocidas que habitan en ambientes extremos.
Entre los organismos registrados, destacó un ejemplar de Graneledone sp., reconocido por las numerosas verrugas que cubren su cuerpo. Según Janet Voight, curadora asociada de zoología en el Museo Field de Estados Unidos y especialista en cefalópodos, estos pulpos suelen encontrarse en profundidades que van de 90 a 3.000 metros.
En 2020, Voight y su equipo observaron que los individuos que habitan a mayor profundidad presentan una mayor densidad de verrugas, aunque la función de esta característica sigue siendo un misterio. “En este momento ni siquiera sabemos de qué están hechas; pensamos que podrían ser cartilaginosas”, explicó en un estudio de 2025. La científica añadió que no existe evidencia de un beneficio adaptativo claro: la falta de luz descarta el camuflaje y resulta difícil pensar en otra utilidad. Para Voight, podría tratarse de un rasgo vestigial, es decir, un resto evolutivo sin función aparente.
La campaña científica busca documentar comunidades bentónicas en aguas profundas de la costa uruguaya mediante la recolección de muestras y grabaciones de alta precisión. El proyecto, liderado por la Universidad de la República (Udelar) junto con el Schmidt Ocean Institute, reúne a más de 30 especialistas de seis países.
Gracias a la tecnología del Falkor y del vehículo submarino SuBastian, es posible explorar ecosistemas marinos poco estudiados y, al mismo tiempo, evaluar el impacto de la actividad humana y del cambio climático en estas frágiles regiones del Atlántico Sur.
Detalle de la expedición
Tras partir de Montevideo y superar una avería técnica, el Falkor (too) reanudó sus operaciones a 340 kilómetros al sureste de la capital uruguaya. En ese punto, el robot submarino SuBastian descendió hasta los 1.141 metros en el Cañón del Río de la Plata, donde la temperatura bajaba de los 3 °C y la elevada presión volvía cada maniobra especialmente compleja. Un miembro del equipo comparó la precisión necesaria para operar en esas condiciones con la de “aterrizar en la Luna”.
Dotado de cámaras en ultraalta definición y de herramientas especializadas, el SuBastian hizo posible la transmisión en vivo a través del canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute. Quienes siguieron la expedición pudieron observar el lecho arenoso poblado por organismos como pepinos de mar y gusanos bellota, cuyas huellas en espiral quedaron registradas en detalle. También se documentaron pockmarks, cráteres formados por la liberación de gases, que ofrecen valiosa información sobre las corrientes y los sedimentos en la zona.