Este sencillo cambio en la cocina que reduce el consumo de microplásticos

Hoy en día, el plástico está presente en casi todos los aspectos de la vida moderna: desde los procesos industriales hasta los objetos más comunes del hogar. Sin embargo, esta omnipresencia generó una consecuencia silenciosa pero preocupante: la presencia de microplásticos en los alimentos que consumimos. Estos fragmentos diminutos, imperceptibles a simple vista, están ampliamente distribuidos en la cadena alimentaria y representan un riesgo creciente para la salud humana.

Dejar de utilizar envases de plástico sería beneficioso para la salud humana

La preocupación está respaldada por múltiples estudios. Cada nuevo hallazgo científico -recopilado por Eating Well revela hasta qué punto estamos expuestos a estos contaminantes, especialmente debido a los hábitos alimentarios actuales y al uso masivo de envases plásticos.

Qué cantidad de microplásticos puede consumir una persona

Una de las vías de exposición más comunes son los recipientes utilizados para la comida para llevar. Investigaciones recientes, citadas por la nutricionista Brierley Horton, advierten que por cada cinco a diez pedidos servidos en envases plásticos, una persona puede ingerir entre 145 y 5.520 partículas de microplástico. Si bien estas cifras varían según el tipo de alimento o de recipiente, ponen en evidencia la magnitud del problema. Aunque en el corto plazo estas partículas parezcan inofensivas, su acumulación prolongada en el organismo plantea una amenaza latente para la salud.

Aunque los efectos de los microplásticos en el cuerpo humano todavía se están investigando, las señales de alerta se multiplican. Estudios recientes sugieren que estas diminutas partículas no solo permanecen en el tracto digestivo, sino que también podrían atravesar barreras biológicas y acumularse en tejidos u órganos. Además, su composición plástica puede actuar como vehículo de otros contaminantes, lo que amplifica los riesgos ya conocidos: inflamación, alteraciones metabólicas y posibles desequilibrios inmunológicos. Si bien aún se requieren estudios a largo plazo, muchos especialistas coinciden en una recomendación clara: reducir la exposición siempre que sea posible.

Cuáles son las consecuencias de utilizar envases de plástico

Recomiendan utilizar envases de cerámica, en vez de plástico

Una de las fuentes más frecuentes de microplásticos en la alimentación diaria son los envases de plástico utilizados para comida para llevar. Al entrar en contacto con alimentos calientes o grasos, estos recipientes pueden liberar partículas que terminan en lo que comemos. Su uso repetido o la exposición al calor -por ejemplo, en microondas o lavavajillas- agrava el problema. Lo mismo ocurre con los cubiertos descartables, que también contribuyen a la carga diaria de microplásticos ingeridos. En la vida urbana, esto convierte al plástico en un contaminante cotidiano, aunque muchas veces invisible.

Frente a este panorama, Eating Well destaca una solución práctica y accesible: reemplazar el plástico por materiales más seguros, como la cerámica. Nutricionistas y especialistas en salud recomiendan, por ejemplo, el uso de vajilla de gres, que ganó popularidad en hogares conscientes de su salud. Este cambio simple puede marcar una gran diferencia en la reducción de la exposición a partículas plásticas.

Los tazones de cerámica no solo evitan la migración de sustancias tóxicas a los alimentos, sino que ofrecen múltiples ventajas: son resistentes, versátiles y aptos para comidas frías o calientes, tanto en porciones individuales como familiares. A diferencia del plástico, no se degradan con el calor ni con el uso frecuente, y su superficie suele disimular rayaduras o manchas, lo que prolonga su vida útil. Además, no retienen olores ni sabores, y pueden limpiarse fácilmente en lavavajillas.

Otra ventaja importante es que la cerámica de buena calidad no contiene aditivos químicos como bisfenoles o ftalatos, presentes en ciertos plásticos, lo que reduce los riesgos asociados a la exposición prolongada. En términos prácticos, trasladar la comida a vajilla inerte -como cerámica o vidrio- apenas implica lavar un plato más, pero puede tener beneficios significativos para la salud a largo plazo.

Los expertos también sugieren evitar el uso de cubiertos plásticos, optando en su lugar por utensilios de acero inoxidable o madera, que no liberan partículas dañinas durante el uso. Son pequeños gestos, pero sostenidos en el tiempo, contribuyen a una alimentación más segura y a una cocina libre de contaminantes invisibles.

En definitiva, abandonar los envases plásticos y adoptar opciones más seguras como la cerámica no solo ayuda a reducir la exposición a microplásticos, sino que promueve hábitos saludables y sostenibles dentro del hogar. Un cambio sencillo, accesible y con impacto real en el bienestar diario.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.