Es hora de sumar un nuevo ítem al extenso catálogo de inventos argentinos: los lentes hechos de café no solo existen, sino que son de industria nacional. Marote, una empresa creada en plena pandemia en Saladillo, provincia de Buenos Aires, combinó plástico reciclado con borra de café y, en colaboración con Nespresso Argentina, desarrolló este objeto único en el mundo que demuestra que los residuos de todos los días pueden convertirse en una pieza exclusiva de diseño.
El desarrollo no fue sencillo. Combinar un material orgánico con plásticos reciclados implicó pruebas, ajustes y un trabajo conjunto que llevó meses. El producto final no solo tiene el color, sino que incluso conserva el aroma del café. “El mayor desafío fue lograr la compatibilidad técnica entre ambos materiales, pero el resultado superó nuestras expectativas”, cuenta Luciano Bochicchio, fundador de Marote.
A este hito se suma un reconocimiento clave: Marote fue distinguido en el Premio Diseño Argentino Exponencial (DAE), organizado por la Fundación Bunge y Born y el British Council. Seleccionado entre más de 140 emprendimientos de todo el país, el proyecto quedó en el top 8 y recibió capital semilla para seguir creciendo.
“Rescatamos plásticos y los transformamos en productos funcionales y duraderos, pero también buscamos que cada objeto cuente la historia del material del que está hecho”, dice Bochicchio y remarca la idea inicial de la empresa, basada en la economía circular y la conciencia ambiental: “La sustentabilidad, para nosotros, no es una tendencia: es una forma de vida”.
-Cómo surgió la colaboración entre Marote y Nespresso y qué los motivó a unirse en este proyecto?
-Hace más de tres años que somos proveedores de Nestlé. Trabajamos con su marca Purina fabricando comederos para mascotas a partir de plástico reciclado. En ese vínculo constante, les compartimos que estábamos desarrollando nuevos productos con plásticos reciclados y borra de café. Les enviamos pruebas para que conocieran este material innovador y enseguida nos pusieron en contacto con el equipo de Nespresso Argentina. En ese momento, Nespresso tenía un evento y buscaba un regalo corporativo premium. Nuestros anteojos, creados con plásticos reciclados y borra de café, encajaban perfectamente en esa búsqueda. A partir de allí, comenzamos un proceso de desarrollo conjunto, realizando pruebas, ajustes y mejoras, hasta llegar al producto final que representó fielmente los valores de innovación y sustentabilidad de ambas marcas.
¿Se podría decir que son los primeros en hacer estos anteojos con este material específico?
-Sí, somos los primeros. También los hacemos con plástico reciclado y yerba mate.
–¿Qué particularidades tienen los productos realizados a partir de cápsulas recicladas y qué desafíos técnicos implicó trabajar con ese material?
-En Marote partimos de bolsones Big Bag descartados por distintas industrias. Los reciclamos y transformamos en pellets, obteniendo un material blanquecino listo para procesar.
La borra de café se integra en este proceso productivo con un doble propósito: aprovechar un residuo orgánico que en Argentina se genera en más de 10 millones de toneladas por día y, al mismo tiempo, reducir el uso de pigmentos derivados del petróleo. Tras recolectarla en cafeterías y estaciones de servicio, desarrollamos un tratamiento especial que nos permitió combinarla con nuestros plásticos reciclados. Así dimos origen a un material único: plástico reciclado con borra de café, con un color y aroma distintivos. El mayor desafío fue lograr la compatibilidad técnica entre ambos materiales, pero el resultado superó nuestras expectativas: un producto innovador, de calidad y con un fuerte mensaje de conciencia ambiental.
-¿Cuál fue el origen de Marote y qué valores sustentables buscó poner en el centro desde el inicio?
-Marote nació en 2020, en plena pandemia. Su fundador, Luciano Bochicchio —diseñador industrial y docente en la UBA— comprendió que el diseño no debía limitarse a la estética o la funcionalidad, sino que podía ser una herramienta para transformar realidades. Desde Saladillo, en el interior de la provincia de Buenos Aires, comenzamos con el propósito de crear productos y servicios sustentables a partir de plásticos descartados, con un enfoque inclusivo y federal. Desde el inicio buscamos poner en el centro tres valores. Responsabilidad ambiental: rescatar plásticos y convertirlos en productos funcionales y duraderos. Estética con propósito: diseñar objetos que transmitan la historia de los materiales que los componen. Inclusión social: generar oportunidades de trabajo para personas que muchas veces quedan fuera del sistema laboral formal.
–¿Cómo es el proceso de transformar plásticos reciclados en objetos de diseño y qué aprendizajes obtuvieron en el camino?
-Recolectamos distintos tipos de plásticos —tapitas, envases de lavandina, shampoo y bolsones Big Bag— y los transformamos en materia prima lista para moldear. A través de procesos propios, desarrollamos productos que combinan diseño, durabilidad y conciencia ambiental. Emprender en plena pandemia y desde una ciudad del interior no fue fácil. La sustentabilidad suele concentrarse en las grandes urbes, pero esa distancia nos permitió ver el valor de producir desde Saladillo y distribuir a todo el país con una logística más ágil. El mayor aprendizaje fue entender que, aun en un contexto complejo, cuando se trabaja con pasión, profesionalismo y propósito, las empresas, municipios y usuarios comienzan a confiar. Esa confianza es lo que nos permitió crecer y consolidarnos.
–Más allá del impacto ambiental, ¿qué rol juega lo social y comunitario en el trabajo de Marote?
-El impacto social es un pilar fundamental para nosotros. Trabajamos junto al Taller Protegido CETIDIM de Saladillo, al que compramos materiales reciclados para fortalecer la economía local y apoyar su enorme aporte a la comunidad. Además, parte de nuestro equipo está integrado por personas con discapacidad que no encuentran fácil acceso al trabajo formal. En convenio con el municipio y la escuela especial, generamos puestos inclusivos y buscamos visibilizar esta modalidad de trabajo para que más empresas se sumen. En Marote creemos que la sustentabilidad no es solo ambiental, también es social, inclusiva y comunitaria.
–¿Qué planes o innovaciones tienen en mente para seguir creciendo sin perder la esencia sustentable?
-Acabamos de ser distinguidos por el programa Diseño Argentino Exponencial (DAE), entre 140 emprendimientos de todo el país, quedando dentro de los proyectos más destacados. Esta experiencia nos ayudó a repensar nuestro modelo de negocio y proyectar nuestro futuro. Nuestros próximos pasos son exportar nuestros productos a países limítrofes, construir nuestro propio espacio de trabajo para recibir a escuelas e instituciones, generando un centro de visitas y educación ambiental, ampliar el equipo con más puestos inclusivos y seguir desarrollando materiales y productos que combinen diseño, innovación y sustentabilidad. La sustentabilidad, para nosotros, no es una tendencia: es una forma de vida. Y en ese camino queremos seguir creciendo, multiplicando impacto ambiental y social.