El reciclado de plásticos en la cadena productiva de la economía circular, un modelo económico más sostenible hacia donde apunta el mundo entero, es fundamental para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 adoptados por Naciones Unidas.
En Argentina, durante las últimas dos décadas y hasta inicios de 2023, todo parecía ajustarse medianamente al plan. Según datos de la Cámara Argentina de la Industria de Reciclados Plásticos (CAIRPLAS) que integran 26 empresas, los volúmenes de plástico reciclado se incrementaron de manera continua durante 20 años hasta llegar a un valor de 320.000 toneladas en 2022. Pero en 2023 comenzó a caer y entonces cerró un 8 por ciento debajo, mientras que en 2024 la caída fue todavía mayor, del 20%. Este año el panorama empeoró.
Por qué hay menos demanda del plástico reciclado
En pleno auge de la economía circular, ¿qué pasa que cada vez se demanda menos plástico reciclado en la cadena productiva? “El principal problema es la falta de uso de plástico reciclado en la fabricación de nuevos productos, la industria no lo está demandando”, explican desde CAIRPLAS a través de un comunicado, a pesar de contar con «una industria recicladora preparada y equipada para reciclar mayores volúmenes, mayor diversidad de materiales y de la calidad requerida por el mercado». Hoy la industria recicladora está trabajando con más del 50 por ciento de capacidad ociosa, apuntan.
“El costo de reciclar plástico ahora es más caro que el costo de mercado de la resina virgen, una situación de crisis que responde a un fenómeno mundial y que está complicando a toda la industria recicladora”, explica en diálogo con Economía Sustentable Rodrigo Miles, fundador de RAPET y miembro de CAIRPLAS.
RAPET se encuentra operativa desde el 2015 y, en muy poco tiempo, logró posicionarse como la tercera planta que mayor cantidad de plástico PET reciclado en el país, vendiendo en 2022 más de 4800 toneladas de plástico PET reciclado. En 2023, a su vez, obtuvo una certificación clave, la INTI-CAIRPLAS, que otorga reconocimiento a las industrias recicladoras de plásticos para que actúen conforme a los estándares más elevados.
Pero el escenario cambió rápidamente: “En 2024 tuvimos una caída del 15% en comparación con el año anterior, y en lo que va del 2025, tuvimos una caída del 23 por ciento respecto al 2024. Entre ambos años, la caída registrada total es de 34 por ciento”, se lamenta Miles. En la industria del reciclado de PET, en total se reciclaron 43 mil toneladas en el país en 2022, un 11 por ciento más que el año anterior, pero cambió rápidamente en los últimos años.
Beneficios que se cortan si se rompe la cadena
Todo indica que el eslabón está cada vez más roto, perjudicando a la virtuosa cadena de la economía circular y dejando afuera otra serie de beneficios que la industria del reciclado de plástico nos aporta.
En este sentido, si la cadena se corta, desde CAIRPLAS explican que también nos veremos obligados a consumir más energía, emitir mayor cantidad de gases efecto invernadero y consumir mayor cantidad de hidrocarburos no renovables. Asimismo, dicen que deberemos importar mayor cantidad de polímeros gastando más divisas, se necesitará menos mano de obra en la industria y en la cadena de recuperadores urbanos y aumentará la cantidad de residuos sin valorizar en rellenos sanitarios, o peor aún, en basurales.
Por su parte, Nicolás Beno, presidente de El Ceibo -una de las más antiguas y grandes cooperativas de reciclaje de la ciudad de Buenos Aires-, dice a Economía Sustentable que, como el resto del sector que recicla en el país, también se les “está complicando cada día más” porque “les bajó la demanda de los reciclados de plástico en particular, pero también de cartón y otros materiales”.
Uno de los problemas que observa Beno con preocupación es la decisión que tomó el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tras intimarlos para que desalojen el predio donde se encuentran trabajando desde hace 21 años, en los galpones del Belgrano Cargas ubicado en Salguero y la autopista Illia.
En El Ceibo trabajan unos 80 recuperadores urbanos en la calle –mayormente en las inmediaciones del barrio de Palermo, donde nació la iniciativa- y unas 280 personas más que hacen trabajo en planta. “Somos unos cuantos que dependemos de este trabajo”. Como medida alternativa, Beno cuenta que les ofrecieron mudarlos a un galpón más pequeño hasta que construyan otro espacio para ellos que, de todos modos, será más pequeño que el predio actual.
“Estamos reciclando unas 430 toneladas de materiales (plástico, cartón, vidrio, papel, metales, entre otros) por mes, es un volumen altísimo para el que se necesita espacio para trabajar. Y ahora con la crisis, necesitamos todavía más lugar de acopio que antes porque nos cuesta venderlo”, dice, y se queja porque, en estos últimos meses, reciben “cada vez menos beneficios por parte del Gobierno porteño”, ya que “no nos está trayendo guantes ni calzado de seguridad, no hay ropa, no hay bolsones ni productos de limpieza. Han recortado por todos lados”.
¿Tendencia mundial? Plásticos vírgenes vs plásticos reciclados
Un informe reciente de IEEFA (Institute for Energy Economics and Financial Analysis) demuestra cómo el exceso de oferta mundial ha desplomado las cotizaciones del plástico virgen.
En Europa, el polietileno de alta densidad (HDPE) que se produce a partir de materia prima virgen está 0,60 $/lb, mientras que el reciclado 0,56 $/lb, casi igual; en Estados Unidos, en cambio, el plástico virgen se encuentra en 0,58 $/lb y el plástico reciclado ronda los 0,72 $/lb, un poco más. La tendencia en la caída, según refuerza el informe, es crítica.
Desde Plastics Recyclers Europe (PRE), coinciden en el pronóstico e indican que la industria europea de reciclado de plásticos vive un punto de quiebre con cierre de plantas en cadena y un nivel de producción local en descenso. Según advierte Ben Kras, director general de Kras Recycling, más de un 20% del consumo europeo de polímeros ya se cubre con importaciones de polímeros vírgenes (y algunos reciclados) de otras regiones, y asegura que, a pesar de los “ambiciosos objetivos europeos de reciclaje, la brecha de precios con el plástico virgen está vaciando de liquidez a los recicladores y multiplicando las quiebras”.
Entre 2020 y 2023, el sector invirtió 5 000 millones € para cumplir con los objetivos de la Comunidad Europea, sin embargo, en 2024, se duplicaron el cierre de plantas recicladoras respecto 2023. En los Países Bajos, por ejemplo, cerraron siete plantas.
En Latinoamérica, y puntualmente en Argentina, la crisis parece agravarse por la velocidad de la caída en el consumo y la quita de beneficios y protecciones.
¿Hay solución?
¿Cuáles deberían ser las políticas públicas de contención y/o promoción de la economía verde para lidiar con la crisis? Miles considera que es “fundamental que se establezca algún tipo de protección a la industria de reciclado nacional porque si no es imposible que la industria local se mantenga viva».
«Necesitamos un arancel que nos permita ser más competitivos para evitar desaparecer. Porque, por ejemplo, estamos compitiendo contra China, que es lo mismo que competir contra una Nación ya que las empresas chinas están subvencionadas y salen al mercado a vender con precios muy bajos”, agrega.
Entre las medidas que podrían adoptarse para fortalecer el mercado de plásticos reciclados, Miles retoma algunas ideas propuestas por su par Ben Kras, quien considera vital “asignar un precio al CO₂ del plástico virgen para reflejar su impacto ambiental, imponer un gravamen al uso de resina fósil nueva, equilibrando la competencia con el material reciclado, y subvencionar o desgravar la inversión en tecnologías de reciclaje y cadenas circulares”.